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¡MI NIÑO!

por La ventana de Ana PasSa

publicado en FAMILIA

Y por fin sabemos que viene de camino, el niño de nuestros ojos.

Nunca nos planteamos cuántos hijos íbamos a tener, la verdad que nunca nos hemos puesto un número concreto porque la vida te va guiando. ¿Quién sabe si no me vuelvo a animar de aquí a dos o tres, incluso dentro de más años? Igualmente me hubiera quedado con una, pero la experiencia está siendo tan maravillosa y entregada que no nos podíamos negar a tener al menos otro como ya os relaté en mi anterior post ( http://elblogdeanapascual.over-blog.es/2015/02/egoista.html )

¡Qué diferente se vive el segundo embarazo del primero!

No he tenido tiempo siquiera de asimilarlo, si no fuera porque lo noto de vez en cuando, que parece que diga: "¡Mami, frena el ritmo que estoy aquí!" y porque la barriga empieza a asomar por fin, no me creería que estoy embarazada.

Es verdad lo que me han contado las amigas que ya han pasado por un segundo embarazo, estoy menos atenta a cómo me encuentro, si me duelen los riñones, o me siento somnolienta o cansada, simplemente me aguanto y se me pasa enseguida o se me olvida, ya que las embarazadas con hijos tenemos responsabilidades a diario y no podemos dedicar mucho tiempo a pensarlo.

Recuerdo que en el primero, me daba baños con aceites, sales y música relajante, le ponía música clásica a mi bebé, me daba masajes en el fisio para no cargar la espalda demasiado, no corría ni hacía sobreesfuerzos, no tenía que tomar a una niña de casi 17 kg dormida y llevarla del coche a su cama en un primer piso... pero ahora, jaja, cambia el cuento, mucho. Mi marido dice a veces para mi consuelo que no me preocupe, que, "este niño, si tiene que nacer nacerá, corras más o menos." Porque siempre voy corriendo a todas partes. En mi primer embarazo que venían dos, por desgracia, se quedó uno por el camino, y me cuidé un montón, así que salvo recomendación médica, he de seguir mi "vida normal" con casa, hija, estudios, clases, extraescolares, cole, trabajo y embarazo. O sea, y como dice mi marido, si tiene que nacer, nacerá. Porque hay mujeres en peores condiciones que tienen niños sanos y perfectos... O que se cuidan extremadamente y luego vienen con problemas, conozco varios casos y muy cercanos. Así que ésto es así, pero entiendo que una primeriza no lo conciba.

Si es verdad que me cuido bastante, salgo a andar casi a diario, con la alimentación estoy llevando mucho más cuidado que con el primero, porque no quiero engordar como engordé con Martina, de la experiencia se aprende. Y el embarazo es incluso mejor que el primero, y eso que el primero fue muy bueno. No sé, gracias a Dios, lo que es una angustia, un mareo, un malestar y las analíticas y ecos están bien, así que no puedo pedir más. Lo único que por la noche, ya no aguanto demasiado despierta, a las diez como mucho estoy torrada. Y bueno, lo típico de las hormonas, el hecho de estar más sensible, llorar por cosas por las que no llorarías en la vida, reírte hasta que te duela la mandíbula por tonterías, y estar un poquito más irascible. Pero nada que no se pueda llevar. Eso sí, de día me noto más acelerada de lo normal y mira que yo soy muy acelerada ya.

El bebé está bien que es lo importante y yo también. Por ello y por ahora me siento muy afortunada.

Con el primero no quisimos saber el sexo, recuerdo el parto muy muy emocionante, pero con éste hemos tenido que saberlo, básicamente por nuestra peque, porque no hacía más que decir, desde el día que le anunciamos que iba a tener un hermanito/a, que era un chico, incluso al salir de la primera eco nos miró a su padre y a mí y nos dijo: "Cuando he mirado a la tele donde salía el bebé, he notado que era un chico". Nos quedamos de piedra. Así que, en la tercera eco, cuando nos lo confirmaron. Ella ni se inmutó, me miró y me dijo: "¿Lo ves mami?, te lo dije".

Un momento que nunca había vivido ya que como he dicho antes con Martina lo supimos en el parto. Fue un segundo, el tiempo se paró, cuando nos dijo la ginecóloga: "Martina, cuando se rompa el ecógrafo, te llamo, eres una brujica porque has acertado, ¡es un niño!". Yo no pude evitar empezar a llorar como una magdalena, me pasé llorando casi una hora, tenía una emoción dentro de mí increíble, ver como se movía, como se ponía la mano en la carita, o como daba patadas o jugaba con el cordón umbilical. Mira que una ya sabe a dónde va, pero creo que aunque tuviera ocho embarazos, el hecho de verlos siempre me emociona y me emocionará.

El segundo embarazo es más fácil, sabes qué pasos dar, que pruebas te van a hacer, sabes cuándo te duele algo porque es, y le quitas importancia a cosas que antes, eran un mundo. Cómo he dicho muchas veces en otros post, la experiencia es un grado y creo que será una ventaja una vez nazca nuestro bebé. El ajuar va a ser básico ya que hay cosas que me regalaron o compré en el primero y que nunca utilicé. (Biberones, calienta biberones, cojín antivuelco, cojín grande de lactancia...)

Volviendo a lo del tema sexo, decidimos saberlo porque no podíamos tener a nuestra hija esperando nueve meses pensando que era un chico, para que luego fuera una chica.

El caso es que estoy contentísima por tener la "famosa parejita", si venía una nena me hubiera sentado igual de bien, aunque la única ventaja que le veía era la de la logística, porque al ser del mismo sexo, puedes aprovechar mil cosas, pero si lo pienso bien, tampoco es un problema, ya que todo el "ajuar" importante de mi primer embarazo fue beige, por tanto, lo único que tengo que cambiar es la ropita.

El hecho de esperar un varón, me hace sentir especial igualmente, de hecho, no hacen más que decirme que los niños son de las mamis mayormente cuando son pequeños, porque luego suelen despegarse más que las hijas, aunque mi hija nos quiere por igual, es muy zalamera y el hecho de criar una niña para mí está siendo una aventura súper especial, porque estoy reviviendo toda mi infancia, sus gustos, juegos, los vestidos... Es genial y ahora con un chico se perfectamente por todo lo que va a pasar ya que yo también tengo un hermano y la infancia con él ha sido genial.

Así que ahora vivo la maternidad con otro reto, otra ilusión, con algo muy enriquecedor, criar un chico, va a ser diferente en algunos aspectos, pero no creo que sea ni mejor, ni peor.

Lo único malo que he visto por ahora es el tema ropita, porque hasta que no me dijeron que traía un nene, no me había dado cuenta de que en todos los escaparates de ropa de tiendas de niños, lo que prima son los vestidos y complementos de niña, de cada diez vestidos, veo un traje que merezca la pena de chico, así que me da rabia, porque la mayoría de veces me tocará ir a morir a Zara o Kiddys Class con la socorrida camisa y vaquero o pantalón. Espero que al menos los dos primeros años pueda apañarme sin tener que pisar esas tiendas.

El hecho de criar a una niña tiene sus ventajas, no desde ya, pienso hasta que sea adulta, aunque también tiene sus desventajas, por supuesto.

Y criar un niño, como ya he dicho para mí será todo un reto.

Lo que me da un poco de pena es despedir a mi "única hija" y no sé cómo será esa etapa de transición hasta que se adapte bien. Tendrá que despedirse de ser hija única, con toda la alegría que me da el pensar que viene mi bebé de camino, también me da pena o miedo el pensar que nada volverá a ser como antes. No podré prestarle la misma atención que llevo prestándole casi cinco años.

Supongo que para todas las madres, sus hijos son especiales, la mía para mí, también lo es.

Siempre me han gustado los niños extrovertidos, dicharacheros, "salaos", expresivos, inocentes, que tengan una imaginación desbordante, y la mía es así. Es una niña alegre y feliz y tiene unas salidas muy muy divertidas, nos reímos mucho con ella.

Tengo una amiga que es psicopedagoga, que me recomendó no esconderle nunca el tema "hermanito/a" por miedo a que no lo acepte bien. Pues bien, he seguido bastantes consejos de ella y me han servido muchísimo, Martina viene a cada ecografía conmigo y con su papá, cuando entramos a la farmacia siempre quiere comprarle algún chupete, y ya tiene pensado que peluches le va a regalar a su hermanito. Está bastante entusiasmada y yo, para curarme en salud, ya le voy diciendo que ella es la hermana mayor y que tiene que actuar como tal. Y lo primero será dando ejemplo. Come solita desde que tiene 15 meses, así que eso no es un problema, porque en el tema comida es muy autónoma, también se viste y desviste, se ducha y baña sola, se seca el pelo, lava los dientes, recoge sus juguetes, incluso a menudo y cuando no está jugando, nos ayuda con las tareas de casa, sacar los platos del lavavajillas, barrer, fregar el suelo, sacar la ropa de la lavadora y meterla a la secadora, quitar el polvo, (a su manera y cada vez lo hace mejor), está madurando mucho a sus cuatro añitos y mi pena es ver como ya no depende tanto de mí, pero bueno, es ley de vida y ahora también viene un principito en camino que me necesitará tanto como yo a él. Aunque sé que ella también me necesita y mucho todavía.

Supongo que el principio de los cuatro será durillo, porque habrá que aprender a adaptarse con un recién nacido, y eso siempre es un poco estresante. Pero bueno, poco a poco, porque todo el mundo acaba saliendo adelante. La verdad que no puedo quejarme porque ella siempre nos lo pone todo muy fácil, y no lo digo yo, lo dicen sus tíos, sus abuelos y cualquiera que la conoce y pasa tiempo con ella.

Hace unos días nació su primita, la que esperaba con tanta ansia, y la verdad que no hace más que preguntar por ella y quiere verla a todas horas, no le veo un atisbo de celos por ningún lado. Ella sabe quién es perfectamente y que es la protagonista de la vida de sus papis, y lo sabe porque todos los días le decimos lo importante que es para nosotros, y lo que la queremos. Es una niña muy segura de sí misma y por ello pienso que no nos dará problemas, así que sí, sí a los dos, sí a mis dos amores. Y aunque el hermanito le haga ya mayor, ya era una niña muy autónoma y responsable desde mucho antes que supiera que iba a abandonar su trono de hija única. Y sé que será la mejor hermana mayor, protectora, cuidadora y derrochadora de alegría.

Recuerdo cuando nació, y el matrón nos dijo: "¡Es una niña!". Creí morir de alegría, una niña.

Porque aunque nunca lo dije explícitamente, ya que siempre importa que esté sanito/a, yo siempre soñé con tener una niña. De hecho creo que toda mujer debería tener al menos, una hija. Los motivos nos los diré aquí, pero puedo asegurar, que la gran mayoría de madres por no decir todas con las que he hablado del tema, me han dicho, que siempre pensaron tener una niña (la tengan o no).

El día que nació, su padre salió corriendo como un loco de la sala de partos para gritar a los cuatro vientos que había nacido una niña. Lo que nunca pudo imaginar. Padre de una niña. Todos gritaron de alegría.

Es cierto, que cuando una queda embarazada, piensa que no importa si es niño o niña, solo que esté sano, pero nadie me puede negar que siempre tenemos alguna preferencia.

Quizás yo soñaba con una niña porque no tuve hermanas, porque en mi familia solo somos dos primas y el resto son chicos. Y mi madre y mis tías siempre han tenido mucha unión, una conexión que ha hecho que nuestra familia esté unida por encima de todo, y eran todas hermanas. Porque mi marido se había criado rodeado de hermanos y primos varones. Y deseaba que supiera lo que era criar y tener una "florecilla" en casa. Y yo, al ser mujer, lo femenino es lo que más conozco. También pienso que somos las mujeres las que tenemos el poder de cambiar el mundo, las que tenemos la sartén por el mango, porque ellos jamás podrán igualar nuestra sensibilidad y nuestra intuición. (Llamarme sexista o feminista, pero lo que digo es una verdad como un templo, la igualdad sí, en el terreno laboral, pero en cuestión de sentimientos, señorcito que nos quedemos como estamos).

El caso que una vez nació Martina y han pasado los años, yo ya no recuerdo como era el mundo antes de que naciera ella.

Sé de sobra que la diferencia de criar a una niña de un niño, no está en si le voy a hacer coletitas a una y vestir de azul a otro. La verdad que cuando mi hija ha querido jugar con muñecas ha jugado y cuando ha querido jugar al fútbol, deporte que le apasiona, también lo ha hecho. Me gustaría que vierais la que montan mi marido y ella cuando juega el Atlético de Madrid, se ponen las camisetas y las bufandas y cada vez que meten gol se abrazan y lo gritan a los cuatro vientos. Se sabe el himno, y no se pierde un partido de nuestro equipo local. El Orihuela F.C. (por eso a mi marido le daba igual que ahora viniera otra niña, porque no ve la diferencia entre un niño y todo lo que hace con su niña). Hoy en día no hay tantas diferencias a la hora de criar hijos e hijas. A mí, no me preocupa que se quiera vestir de princesa o de superhéroe, porque hay días que quiere ser la princesa Elsa de "Frozen" y otros quiere vestirse de futbolista o de Spiderman. Y yo si se ha portado bien, la dejo que se disfrace de lo que quiera, porque adoro que no vea diferencias y adoro su carácter y no lo cambiaría por nada del mundo.

Escribo todo esto y pienso cuando me dijeron que traía a mi niño, que fue hace un mes. Ya por fin, le podíamos poner su nombre, un nombre que ha sido lo más fácil que hemos decidido nunca, cuando iba a nacer Martina, si hubiera sido un chico, era mi primera opción y la segunda de su padre, pero con el tiempo pasó a ser la primera opción de su padre también. Hemos elegido ese nombre y no hemos tenido ni una sola duda, a Martina le encantó cuando se lo dijimos, así que por consenso familiar, lo decidimos, porque es uno de los nombres con más carácter y personalidad que hemos oído nunca, porque es un nombre fuerte, porque queda genial con el apellido, porque con un papi así y un abuelo paterno así (al cual le chifla el nombre y va diciéndolo a diestro y siniestro) creíamos que merecía un nombre castellano, con historia, poco común, de nuestra tierra y de toda la vida en realidad.

Recuerdo hace unas semanas, que dije: "Un niño, que maravilla, voy a tener esa variedad que dicen que tanto enriquece a unos padres, pero... ¿cómo se educa a un niño? Yo no sé nada de criar niños". Y me dijo mi marido: "Pues igual que a una niña".

Pero no me entendió, porque yo ya sé las normas generales, sé lo complicado que es educar, tanto niña como niño. Pero yo iba más allá de eso, iba mucho más allá de formar a una buena persona, más allá de darle todo nuestro amor.

Pensé en lo difícil que va a ser, en el reto que va a suponer criar a un hijo que sea valiente y sensible ante lo femenino.

En esa gran responsabilidad de darle a este mundo un hombre de esos que sí aman y respetan a las mujeres.

Esperamos hacerlo bien, por ti, que te parezcas a tu papi, que respetes a las mujeres, que nunca las maltrates, que sepas valorarlas y seas un hombre fiel e íntegro siempre. Fíjate la responsabilidad que tenemos encima.

DESEANDO QUE LLEGUES A NUESTRAS VIDAS, ANÍBAL.

 
¡MI NIÑO!
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