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SE NOS HA IDO DE LAS MANOS.

por La ventana de Ana PasSa

Se nos ha ido de las manos mamis, se nos va. Se nos van de las manos, los cumpleaños, ¡ay!, los cumpleaños...

Llevo cuatro años celebrando cumpleaños de mi hija y todavía no he puesto una tarta fondant, ni una mesa con cup-cakes, porque sé que a mi hija eso, le da igual. Porque con unos sándwiches de Nocilla, cuatro globos y una tarta de galletas es feliz. (El año pasado, caí en el castillo hinchable, porque me lo pidió), con eso, el juego del pañuelo, los globos de agua y cuatro tizas para que pintaran al libre albedrío en el suelo, fueron felices, ¿Y por qué? Porque lo que realmente recordará son las carreras, las risas y juegos con sus amigos, no los pink cup-cake con forma de estrella que le ha hecho o comprado su mami.

¿Qué clase de obligación nos hemos impuesto las madres, de hacer que la vida de nuestros hijos sea una aventura continua?, a veces, estoy haciendo la comida del día siguiente por la tarde en mi cocina y veo a mi hija sola en el salón, hablando sola y sacando juguetes de su parque y me siento mal por no estar con ella, o no tenerla en el parque en la calle... y luego pienso, ¡qué narices! si ese aburrimiento o el estar sola hace que su imaginación se active.

Si nuestras abuelas y sus ancestros levantaran la cabeza, se llevarían las manos a la susodicha, al ver la presión que las madres de hoy en día nos auto-imponemos. Pensarían que estamos enfermas... o locas.

¿Desde cuándo ser buena madre significa pasarse el día haciendo manualidades para los niños, convirtiendo sus habitaciones en portadas de revista y vistiéndoles a la última moda, siempre combinados y perfectos para cualquier evento, ya sea parque, cumpleaños o revolcarse en el huerto?

No creo que las madres como nosotras, las madres autoexigentes, queramos más a nuestros hijos de lo que nuestras bisabuelas querían a los suyos. Simplemente, nos sentimos obligadas a demostrarlo con ridículas y carísimas fiestas de cumpleaños repletas de cup-cakes caseros con dieciocho sabores de toppings diferentes, cortando medio barrio a los coches, con espectáculo de magos, animadores varios, pinta-caras y un infinito de regalos.

En estos cuatro años que llevo siendo madre, he observado ese modelo maternal de "cualquier cosa que hagas, yo puedo hacerla mejor", que se basa en buscar ideas por Internet y reproducirlas a la perfección y compartir la foto en las redes sociales.

Y me di cuenta, en un momento de lucidez, en un momento que pude salir de la espiral, que no tenemos por qué hacer que la infancia de nuestros hijos sea una aventura continua, porque ellos ya son aventureros de por sí, ellos usan su infinita imaginación para todo lo que necesitan.

La infancia ya es mágica de por sí, incluso cuando no es perfecta. (Dependiendo siempre de lo que cada uno entienda por perfecto).

Mi infancia fue perfecta y no éramos ricos, pero me lo pasaba pipa en mis cumpleaños porque mis amigos, mis tíos, mis abuelos y primos venían. Lo importante no eran los regalos, ni la decoración al detalle, ni nada de eso. Nos bastaba con explotar globos con caramelos dentro, jugar a los globos de agua, correr por el césped de mi casa, jugar al escondite, a la búsqueda del tesoro o al pollito inglés o a saltar con las gomas, las carreras de sacos, y por supuesto, zamparnos los bocatas de nocilla o soplar la tarta hecha por mi madre o mi abuela. Bastante simple, pero mágico. Es lo que recuerdo de esos momentos, las risas, las carreras, los juegos... no los cambio ni por un millón de cup-cakes por mucho chocolate cream que lleven.

En Navidad, mis padres nos compraban dos regalos que pedíamos en la carta a cada uno y luego ellos nos compraban, ropa, chocolatinas, juanolas...

No había campañas de publicidad que estuvieran machacando desde noviembre con las actividades que había que marcar en el calendario.

No había chuches especiales navideñas que no fueran los dulces y almendrados de mi abuela, y pocos adornos, el mismo árbol artificial de los años 50 de mi abuela todos los años que al final el pobre no tenía ni el brezo verde.

Ni siquiera preparábamos galletas, ni polvorones, ni almendrados...

Las Nochebuenas hacíamos teatros y nos partíamos de risa todos los primos correteando por la casa de mi abuela, por no hablar del momento Papá Noel, todavía vemos los videos y nos morimos de la risa, de la histeria general que se formaba.

La noche de Reyes, lo que nos hacía realmente felices a mi hermano y a mí, era meternos en una cama los dos pensando que podríamos oír a los Reyes Magos colarse en casa por el balcón. Dejar las zapatillas en el balcón, la leche, el agua y la paja para los camellos. Era muy divertido intentar aguantar toda la noche despiertos, cuchichear, reírnos juntos, y desear con ansia que se hiciera de día. Era único. Y nunca, nunca sentí que me faltara algo.

No recuerdo una sola vez en que mis padres hicieran manualidades conmigo (aunque sí mi madre me tomaba la lección cada día y mi padre gracias a su carrera me ayudaba con las matemáticas, la física y la química hasta 2º de BUP, donde al final me decanté por las Letras).

Y es que las manualidades eran algo que se hacía en el colegio.

En casa jugábamos. Todo el rato. Después de la escuela, volvíamos andando desde el colegio que lo teníamos a cinco minutos de casa, dejábamos la mochila y nos poníamos Barrio Sésamo, Heidi, Oliver y Bengi o Dragon Ball mientras merendábamos, mi madre nos empujaba a hacer los deberes y después a jugar, jugábamos por nuestra cuenta. Teníamos nuestros juegos, hacíamos fortalezas con mantas, guerras con los play-móvil, veíamos la televisión, bajábamos por las escaleras en el campo con almohadas, hacíamos crecer la imaginación, algo que hoy en día la gran mayoría de niños no utilizan.

Cuando éramos pequeños, nuestros padres no eran los responsables de nuestra diversión. Si se nos ocurría murmurar las palabras mágicas "estoy aburrido", en un momento nos daban una lista de cosas que hacer en casa. Y a última hora del día un vaso de leche y dormir.

Cuando empezaba el buen tiempo, nos quedábamos con los niños del parque y una niñera hasta la hora de cenar. Era otra época... Y aunque ahora, por ejemplo, en la calle donde vivo desde que me casé, hay varias calles sin salida donde juegan mi hija y los vecinitos a la pelota o al pilla pilla, siempre bajo supervisión de alguno de nosotros (los papis) sé que es un lujo, porque ahora, muy pocos de nosotros dejamos que nuestros hijos anden solos por ahí.

Echo la vista atrás a mi infancia y sonrío. Todavía me acuerdo de cómo era eso de divertirse sin preocupaciones.

Mis padres se ocuparon de mantenernos calientes o frescos, alimentados y educados, y ocasionalmente planeaban alguna actividad especial para nosotros, el viaje a Elche al parque de tráfico o de los patos los sábados y a ver a los primos y la familia, los viajes a campings o casas rurales por toda España con sus amigos y los hijos de sus amigos..., pero en el día a día, nos las apañábamos por nuestra cuenta. Rara vez jugaban con nosotros, siempre estaban trabajando.

Nunca nos regalaban juguetes a no ser que fuera nuestro cumpleaños o una fiesta especial.

Ellos estaban ahí siempre que necesitábamos algo, o en caso de accidente, pero no eran nuestra principal fuente de diversión.

Hoy en día, se hace creer a los padres que lo que beneficia a los hijos es estar constantemente con ellos, mano a mano, cara a cara: "¿Qué necesitas, cariño mío? ¿Qué puedo hacer para que tu infancia sea increíble?". Y claro, una se ve en la obligación de estar todo el día buscando en Internet "200 maneras de hacer una pajarita de papel con arcilla para verano", "500 actividades caseras para invierno", "600 cosas que puedes hacer con tus hijos en vacaciones", "12.000 millones de estrategias para entretener a tus hijos", "400 billones de ideas para fiestas de cumpleaños temáticas, fantásticas", "780 billones de maneras de hacer el pino-puente con dos niños encaramados cual monos en tu cuerpo" etc.

Los padres no son los que hacen que la infancia sea maravillosa. Está claro que los casos de violencia y abandono sí pueden arruinarla, pero, en general, la maravilla de la infancia es algo que va con la edad. Ver el mundo desde los ojos inocentes de un niño es maravilloso. Jugar con la nieve en invierno cuando tienes cinco años es maravilloso. Perderse entre los juguetes tirados por el suelo es maravilloso. Desayunar chocolate a la taza con las manos y un bizcocho o dos churros es maravilloso. Recoger piedras, papeles y guardárselas en el bolsillo es algo increíble. Andar por ahí con un palo ¡UN PALOOO! es maravilloso.

No es nuestra responsabilidad crear y proporcionar recuerdos maravillosos cada día, como si se tratara de una obligación.

Nada de esto niega la importancia del tiempo que se pasa en familia. Una cosa es, sin embargo, concentrarse en pasar tiempo juntos y otra cosa muy diferente es concentrarse en la construcción de una actividad.

Una puede concebirse como algo forzado, con un objetivo, mientras que la otra es más relajada y natural. Los padres nos sentimos tan obligados a crear experiencias maravillosas que se nota la enorme presión que aguantamos.

Cuando tenía siete años fuimos al zoo y parque de atracciones de Madrid. Yo no me acuerdo de haber ido, sí de ir años después. Pero lo que sí recuerdo con esa edad es una casita de la muñeca Chabel con la que podía jugar horas y horas, sola, coger nísperos del árbol de la casa de mis padres, ir a la huerta de mi abuelito y coger agrillo y regaliz al lado del río con mi hermano y mi padre, la montaña que me gustaba escalar con mis vecinos del campo y las cabañas con cojines viejos y toallas en medio de la montaña, mi perro Roco, con el que jugaba a todas horas, mi hermano y yo lo bañábamos, lo disfrazábamos, pobre animal, se dejaba hacer de todo.

No me acuerdo de las vacaciones en un chalet con piscina en una urbanización a las afueras de Benidorm con mis tíos, para las que mis padres probablemente estuvieron ahorrando durante meses. Es más, el lugar más maravilloso de mi infancia, no era el parque de atracciones, ni la tienda de juguetes. Era mi casa, mi cama, mi paseo, mi hermano, mis primos, mis amigos, mi familia, mi ballet, mis libros y mi propia mente.

Cuando hacemos de la vida una gran película, nuestros hijos se convierten en el público, y crece, y crece, y crece su apetito por el entretenimiento. Estamos criando a una generación de personas que temen al aburrimiento, cuando eso es lo mejor de ser niño, porque desarrollan más su imaginación.

¿Queremos enseñar a nuestros hijos que lo maravilloso en la vida es algo que viene en un envoltorio precioso, o que es algo que cada uno tiene que descubrir por sí mismo y sin padres adornando cada movimiento que hacen?

Planear todo tipo de acontecimientos, trabajos manuales y vacaciones, hornear galletas y hacer el pino-puente no es malo para nuestros hijos. Sin embargo, sí es malo, el ansia viva por querer hacer de todo, porque todo esto proceden de la presión o de la idea de que todo eso es una parte imprescindible en la infancia, deberíamos replantearnos mejor las cosas.

Una infancia sin las manualidades de Internet puede ser igualmente maravillosa. Una infancia sin viajar en vacaciones también puede ser maravillosa, una infancia sin llevar la rebeca a juego con los zapatos puede ser perfecta. Una infancia sin cumpleaños decorados a la perfección con los globos y la ropa a juego...

La maravilla de la que hablo y la que queremos que nuestros hijos vivan, no sale de nuestra creatividad, no. La podemos descubrir en la tranquilidad de un arroyo, en el tobogán del parque, en el aire de lo alto del seminario de mi ciudad o en la risa inocente de un recién nacido en la familia.

Estamos constantemente escuchando que los niños de hoy en día no hacen suficiente ejercicio, que tienen sobrepeso, pero el músculo que menos ejercitan es la imaginación, ya que intentamos encontrar desesperadamente la receta para algo que ya existe.

Dejad que se aburran, no os sintáis culpables por ello. Ellos se buscarán las mañas para que su imaginación vuele.

Espero hacerlo bien con mis hijos, porque tenemos que aprender que hay muchas cosas prescindibles en la vida y lo más importante es que hay que saber diferenciarlas.

¡¡FELIZ SEMANA!!

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E
No es la primera ver que te digo que todo lo que escribes es COLOSAL
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A
Ana toda la razón del mundo yo a mi hija cuando me dice que se aburre le digo lo mismo :tienes demasiadas cosas y por eso te aburres yo jamás me aburria a tu edad y solo tenia dos muñecas y muchos trapos viejos con los q vestirlas. Y ahora ella hace eso coje trapos y deja volar su imaginacion y sabes ? La veo disfrutar o peleamos encima d la cama como dos luchadoras .A veces querer darles todo es dejarlos sin nada . Muchas gracias por este blog Ana
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L
Muchísimas gracias Amparo. Es fácil caer en querer darles todo, porque no queremos que sufran una sola carencia, pero de ahí a los caprichos o a tener "Juguetilandia" en casa, hay un paso. Es lo que tú dices,cuanto menos cosas, más desarrollan su imaginación, que para mí, es el mejor regalo que te da la niñez, y si la conservas cuando eres adulto, es lo mejor del mundo. Gracias a ti y a todos los que me seguís. ;)
M
Me encanta como te expresas porque se nota que hablas desde la experiencia, no dejes de escribir porq en muchos de tus artículos nos abres los ojos a cosas que ni se nos pasa por la cabeza por dejarnos llevar, besos.
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L
Gracias Montse, no se si la experiencia, pero sí desde el pensamiento de que todo es mucho más simple de lo que creemos. Y gracias por seguirme. Un beso.
V
Que bien que hablas! Me dejas boquiabierta!<br /> Tienes toda la razon del mundo.Estamos creando un mundo muy superficial y hace q ellos tmb lo sean.ojala q nuestros peques viviesen(la mitad) la infancia como nosotros la pasamos.QUE RECUERDOS TAN BONITOS! Gracias Ana
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L
Gracias Vero.<br /> Ójala las madres de hoy en día, se dieran cuenta de lo que es realmente importante para ellos. Porque la niñez es muy sencilla. Somos los padres como bien dices los que creamos esa superficialidad. Un beso guapa!
C
Como siempre me encanta leerte.....y aprendo un montón tienes toda la razón y estamos en una sociedad que vas a ver quien puede más que nadie y ami no me gusta na y desde que tengo ahora mi niño todavía lo ves más. Muchas gracias y sigue escribiendo....♥¤♥¤
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L
¡¡Gracias Carmen!! Las que tenemos niños creciditos, sabemos bien de que hablamos... ;) Y tranqui que no dejaré de escribir.
M
Me encanta super mami.
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L
Gracias guapa. ¡¡¡Quién fue a hablar!!! ;)
H
Ana me encanta, totalmente de acuerdo contigo, me siento muy identificada. Sigue buscando tiempo de donde sea y nunca dejes de escribir
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L
jajaja muchísimas gracias Hilde. Un besito y tranquila que mientras pueda seguiré escribiendo.
M
Lo q a mi m fastidia es q llevas a tus hijos a otros cumples llenos de todo eso q escribes decoraciones, magos o pintacaras y luego ellos al ser niños esperan lo mismo o es q su cumple es peor q el del amigo? Y nosotras las madres si no tenemos tiempo o no nos lo podemos permitir nos sentimos mal no super mal de no poder darles a nuestros hijos eso. Y todo es culpa de las modas y la tontería de querer quedar bien delante de todo el mundo. No pensamos en los hijos ni en q los demas niños. Todo eso es lo mas tonto q ha creado esta generacion de madres q solo vemos lo superficial y no lo q es importante para ellos de verdad. Indignados es poco d como nos sentimos mi Diego y yo al ver tanta gilipoyez, en fin lo unico q m importa es q mis hijos sean felices y lo seran seguro sin tanta tonteria saludos
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L
Pues no te digo nada porque ya lo has dicho todo tú.<br /> Somos los adultos los que marcamos las clases sociales, los prejuicios etc... los niños son inocentes. Si piensas que tu hijo ansía una mesa decorada entonces es porque no piensas en él. Piensas en ti. Como digo en el post, hay que saber que es lo realmente importante en la niñez. Quitando y apartando ya el tema de los cumpleaños. Hablo de muchas más cosas. No pienses más que en hacerles a tus hijos una infancia maravillosa, aunque solo sea con un simple palo.<br /> Saludos Marina.
M
Pienso como tu Maribel!! A mi también me encanta!! Y mientras pueda las haré!! Al no tener hijos y por otros motivos no me había interesado ni siquiera en decorar la Navidad ( cosa que espero no se me vaya de las manos!!!) pero ahora me ha entrado el espiritu decorativo!! Alegría!!
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L
Yo soy una friki de la Navidad desde que tengo a mi hija. Pero porque siempre la he vivido a tope.<br /> Te puedo asegurar que mi hija con cero decoración y amiguitos con los que jugar y juegos y dos tonterías puede tener más alegría que con una mesa decorativa.<br /> En ningún momento hablo de bautizos, comuniones ni bodas. Ya que son una vez en la vida y entiendo que uno ponga todo su arte y dinero en ellos. Hablo de los cumpleaños, algo mucho más común ya que es todos los años y hablo de que la infancia es mucho más sencilla que todo lo que frívolo que a veces los adultos la convertimos. <br /> Alegría siempre, con o sin cupcakes o toppings y más con niños.
M
Ana tienes mucha razón, pero a mi esta nueva moda, no es que me guste si no q me encanta toda esas chorradas y encimas verlas y hacerlas
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L
De todos modos gracias por tu comentario ;)
L
Es todo muy cuqui, pero todo eso lo hacemos por y para nosotras y de cara al escaparate. Los críos y más cuando son pequeños, pasan de cup-cakes y prefieren el sandwich de nocilla.
C
D los mejores post q e leido, hay madres qpiensan q llevandolos a 1000 viajes comprandoles 1000 cosas o llevandoles con ropa de marca los niños seran + felices creo que ellas generan un sentimiento d culpa q curan asi, cuando n realidad necesitan mnos tonterias porq son niños y disfrutan + de la caja del juguete q del juguete mismo<br /> felicdades el blog de Ana PAscual, leo poco xq tengo poco tiempo pero lo poco q t leo llevas toda larazon<br /> abrazos
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L
¡Muchas gracias!
L
Un beso.
B
Muy bueno.....voy a empezar a aplicarlo YA!
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L
¡Gracias!
M
Totalmente cierto, de momento yo tampoco he sucumbido a nada de esto ;-), un beso guapa!!
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F
Que razon tienes ahora con tantas chorradas cumples que son vomuniones en pequeño y algunos hasta comuniones bodas von los felizrs que ermos con mucho menos
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L
jajaja, cierto.
I
me encanta tal cual lo escribes,tienes muchísima razón en cada una de tus palabras....
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L
Gracias Isa.
A
Toda la razón y tontas d nosotras lo culpables q nos sentimos....
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L
Efectivamente, ellos ya son felices con dos tonterías.
F
Mucha razón Ana..!
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L
Gracias.
A
bueno....y los cumples para 1 año? algunos parecen un bautizo.......
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L
jajajaja, está claro que cada uno es libre de hacer lo que quiera. Pero esa es mi opinión al respecto.
F
Q razon tienes Ana. Sobre todo en el tena celebración de cumpleaños... Ellos sólo quieren estar con sus amigos y jugar...la merienda es lo que menos les importa
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M
Me encanta Ana!....que razón tienes!!!
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P
Ay Ana!!! Cuánta razón.Espera q llegue la Comunión...vas a alucinar
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L
Bueno, en la comunión si a ella le gusta, sucumbiré... pero lo de los cumples y más cuando son tan pequeños... lo veo excesivo.
L
Cuanta verdad en tus palabras. ...
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L
¡Gracias!
L
Ana, enhorabuena!!!<br /> <br /> Me ha encantado siempre expresas las cosas tal cual las piensas. <br /> Me encanta tu transparencia nena. <br /> <br /> Felicidades guapísima, por cierto vaya bombón relleno eres, estas preciosa!!
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L
Gracias Lore. Un beso.
J
Totalmente de acuerdo! Yo los dos primeros años los he celebrado familiar, como mucho venían dos primirtos suyos a casa. Este año q cumple 3 y ya se relaciona más con los niños quizás haga algo más al aire libre con tizas, y globos como cuentas!!!
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L
Es que lo bueno es lo de hace años, lo de ahora... puro escaparate. Un saludo.
Y
Me encanta!! Estoy 100% de acuerdo con todo. Besos
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L
¡Gracias!
S
Ole tu maja
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L
¡Gracias Soni!
A
totalmente de acuerdo!!!yo de momento, tampco he sucumbido a la tarta de fondant y demás parafernalias...jeje! por cierto, no se si es cosa de mi ordenador, pero por el tipo de letra del texto cuesta mucho leer...Un besito!
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L
¡Gracias Almu! Miraré lo de la letra. Un beso.
M
Ja ja ja ja ja, cuanta razón tienes hija......., si que es verdad......dejemos a los niños aburrirse y expansionarse, que sean ellos mismos los gestores -como tú bien dices- de su ocio y tiempo libre. A todos en cierto modo se nos va de las manos, como tu dices......hay veces que oigo a mí misma diciendo ."cariño, qué prefieres, los manguitos supersónicos de little princess baby sofhia o los de gran big orejas minnie??????? .<br /> Ahora bien, el año que viene cuando mi hijo haga la comunión, los tengo claro, monsergas, adornos y candy bares, justo y solo lo que él me pida, ni mas ni menos, siempre y cuando esté dentro de mis posibilidades, claro está, pero sepamos diferenciar en nuestro fuero interno festejo de consentimiento, capricho de empalagamiento. Pienso que un capricho no tiene que ser malo de vez en cuando, pero que no se nos convierta en costrumbre, menos americanaditas please.......<br /> Un abrazo guapa, nos vemos mañana........
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L
¡¡Muchísimas gracias Manoli!! Nada en exceso es malo. Besos.